lunes, 12 de mayo de 2014

"¡Estás superpreñá!"

Estas han sido las palabras del ginecólogo al realizarme la ecografía. Y es que hoy hemos tenido la primera visita "oficial" con la que se suele confirmar el embarazo. He entrado atacada a la consulta, había sido un día de los más duros para mí y ver al doctor por fin sentado enfrente ha sido toda una liberación. Estos días, y sobre todo esta mañana, se me han pasado un montón de cosas por la cabeza (a cual peor, por supuesto) un montón de hipótesis sobre por qué razón la ecografía del jueves pasado revelaba 2 semanas menos de embarazo tal y como me habían dicho en Urgencias. A pesar de que me habían asegurado que no era preocupante, para mí lo ha sido y mucho, porque ese retraso embrionario no tenía ninguna explicación lógica siendo que conozco exactamente tanto la fecha de mi ovulación como la de la concepción. Que en estas cosas ya sabemos que el cuerpo es caprichoso y puede haber un margen de error de unos días, pero...¿de dos semanas?
Y efectivamente, no se trataba de ningún margen de error, sino más bien de un error humano a la hora de utilizar el ecógrafo. El ginecólogo que me ha visto hoy no entiende cómo en Urgencias se me dijo lo que se me dijo, que tal y como apunta mi regla estoy de 8 semanas (y eso que en realidad estoy de 7+4), que el embrión mide 12 mm y que todo pinta estupendamente.
Me era imposible apartar la vista del monitor, no daba crédito a las palabras del ginecólogo, y ya la guinda del pastel  ha sido cuando, sin previo aviso ni ná ( pa qué!),...¡ ha subido el nivel de los altavoces para que escuchásemos el corazón del bebé!!
A mí no me ha dado ni tiempo de emocionarme porque bastante tenía asimilando que quizá yo también podía tener un embarazo NORMAL, que al menos por el momento la naturaleza nos daba una pequeña tregua, pero a Papá incluso se le han saltado las lagrimillas.
Sin duda un momento para no olvidar jamás.

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